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viernes, 13 de junio de 2008

"Hay que jugarse por los sueños"

EL OTRO YO: "Hay que jugarse por los sueños"

20 años de historia y de independencia festeja El Otro Yo, el sábado 14 de junio en Obras. 10música habló con Cristian Aldana sobre la trayectoria del trío.


Según asevera el genial novelista Martin Amis, es necesario que los nombres sirvan para algo, que generen algo. Y nunca una idea tirada al viento fue tan precisa en la tarea de definir a un proyecto como El Otro Yo. Porque, si en las intrincadas aulas de la psicología se debate la personalidad humana de forma bipolar y ambivalente, en el corazón del grupo de Temperley laten desde el nihilismo y la furia hasta lo espiritual y zen.

Como la reencarnación rockera de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la trayectoria de El Otro Yo conforma una alegoría de lo que debería ser el arte: incómodo y placentero, destructivo y constructivo, realidad y fantasía. Todos conceptos que los hermanos Aldana y cía. manipulan desde la génesis misma de su propuesta musical, hace ya dos décadas. Así como para el tango veinte años no es nada, en el rock parece una eternidad. Y esa es la fracción de tiempo que consumieron para, desde la independencia absoluta, erigirse como paladines de un rock argentino que caminó siempre en los bordes de la industria y hoy acapara el centro de la atención.

Entonces, atrás quedaron los debates que circulaban alrededor de palabras incómodas como “Transar” o “Venderse”. En un mundo donde todo parece ser parte de lo mismo, El Otro Yo demostró que se pueden hacer discos y distribuirlos por multinacionales o lanzar una línea de zapatillas sin que ello contamine la esencia. Con el síndrome de Peter Pan siempre a flor de piel, Cristian Aldana apoya la moción y, en charla íntima con 10Música, se presta para hacer un balance del grupo que regentea y el cual, citando sus propias palabras, le salvó la vida.

Cuando mirás para atrás, ¿sos de ponerte a analizar los errores y aciertos que tuviste en estos 20 años de carrera?

No, la verdad que no. Tanto yo, como mi hermana y los demás chicos de la banda, nos sentimos muy agradecidos de todo porque hemos logrado existir. Y lo logramos gracias a nuestro esfuerzo y a la perseverancia que tuvimos en creer en un proyecto de verdad. También, en primera instancia, eso nos llevó a ser autogestionados porque no había nadie interesado en un grupo como el nuestro. Todo eso marcó una decisión política a la hora de como manejar la libertad artística. Eso nos llevó a hacer un disco en un auto o grabar en casa con dos Deck o editar un disco triple. Siempre tomamos la decisión que se nos cantara. En las primeras épocas, cuando me preguntaban sobre el grupo, yo les decía que quería que El Otro Yo sea una revolución.

¿Alguna vez imaginaste que, desde un lugar tan pequeño, iban a lograr tantas cosas?

¡No! Nosotros pensábamos en el futuro inmediato y en no perder plata en los shows que hacíamos (risas) Queríamos hacer discos y recuperar lo que invertimos para poder hacer otro más. Nunca imaginamos a largo plazo. Desde el lugar donde venimos, en la escuela no te enseñan que el mundo está hecho para vos. Lo bueno es que hemos podido destruir esa barrera cultural, y esa mierda que nos habían metido en la cabeza de que “vos naciste acá y cagaste”. ¡Eso no existe! El mundo está ahí, sólo hay que ir y tomarlo. Todo lo que vos quieras, lo podes lograr. Sólo hay que ir y jugarse por lo que uno sueña.

¿Vivís como una victoria que hoy la escena independiente sea una entidad establecida y fuerte en el mercado musical?

Es que no puedo ponerme en ese lugar… es poco sano para mi. No puedo pensar en cosas como: “¡Que visionario fui!”. Porque, además, creo que falta mucho camino por recorrer y que lo mejor todavía no llegó. Falta mucho trabajo por hacer y no puedo colgarme una estrellita. Tampoco creo en eso de cerrarse a la idea de la independencia como un estilo de vida. Me parece que los artistas deben fluir e ir hacia el lugar que sientan.

Entonces, en tu diccionario íntimo, “Transar” sería contaminar la música y no el lugar desde donde se la ofrezca…

¡Exacto! Yo estoy orgulloso de la propuesta musical que tengo. Para mi, “Transar” sería modificar lo que siento para meter un poquito de cumbia, y otro poco de lo que está sonando con el asado, el fútbol y el vino, que es lo que la gente quiere. Prefiero poner otra cosa que me haga bien espiritualmente, y que ese placer me haga evolucionar humanamente. Obviamente que esto es un negocio pero, si tenés un compromiso artístico, hay que defenderlo e ir por ese lugar. En definitiva, mi idea es darle algo honesto a la gente. Puede ser una mierda, pero es honesto, es auténtico, es de verdad. Creo que es por eso el grupo sigue vivo y hay mucha gente que nos sigue.

¿Cómo reaccionas cuando critican a El Otro Yo por ser un grupo inmaduro y eternamente adolescente?

Me cago de la risa… La música es el idioma universal, no tiene que ver con una cuestión de edades. Los que dicen eso es porque están aburguesados y quieren ir a ver a un grupo que les diga otra cosa que tiene que ver con que están dentro del sistema. Yo sigo pensando que el mundo se puede cambiar y que todavía puede haber una revolución: la del corazón. Cuando digo esto, dicen: “Ayyy, este pibe es re adolescente”… ¡Boludo! Desde cualquier lugar, todos los días podemos cambiar algo. Con pequeños gestos, todos los días podemos cambiar el mundo. Si para alguien eso tiene que ver con la adolescencia y con ser joven, le contesto que me chupe un huevo, que yo quiero ser joven de alma toda la vida. De hecho, para mi, eso ni siquiera es una crítica. Me parece un halago.

Todo lo que decís, posiblemente sin quererlo, está condensado en Fuera De Tiempo, el título del último disco…

La propuesta fue sobre todo de María, con una idea que tiene que ver con el calendario Maya, en donde se considera al 26 de julio como un día fuera de tiempo. Después, razonando el nombre, me encantó porque significaba la idea de que el tiempo en realidad no existe, y que uno es más feliz si apunta a que su vida pase todo el tiempo fuera de tiempo. El hecho de disfrutar algo intensamente, sin importarte ni preocuparte por la hora.

Hablando del tiempo, ¿se te pasaron rápido estas dos décadas?

Depende de como lo mires. Hubo momentos que se pasaron rápido y otros lento. He disfrutado de muchas cosas y la verdad es que no me arrepiento de nada y estoy muy, muy agradecido. Ese es el sentimiento y por eso estoy bien.

En momentos límites, los interpretes de cualquier género siempre llegan a la conclusión de que la música salva vidas, una definición que es casi un clishé. ¿La música te salvó la vida a vos?

Si Mundo hubiera sido el primer y último disco de El Otro Yo, me hubiese costado mucho encontrar el camino para poder evolucionar… Tal vez, no estaría vivo. Todo músico te va a decir que la música le salvó la vida y, en mi caso, es tal cual: La música me salvó la vida. Es así, pero de verdad. Vos sabés que yo no miento.

Gustavo Bove

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