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jueves, 24 de enero de 2008

Fabio Posca: Mr. Vértigo

24 horas al dia es suficiente. Actor de tiempo completo, es el emblema del crossover entre el under, la radio veraniega y las tiras de la tele abierta. De su Mar del Plata natal a Buenos Aires, del surf a la trasnoche, de la malla perdida al ritmo exagerado de la gran ciudad.

Hasta hace no mucho, todavía había despistados que iban a ver a Favio Posca al teatro esperando encontrarse con alguna de esas caricaturas simpáticas que conocen de sus papeles en las tiras de Suar, y lógicamente saltaban de la butaca al toparse con lo que hasta ese entonces no conocían: el culo. Sí, el culo de Posca. No se trata de un "desnudo cuidado", obviamente, pero para él, como puede serlo para Bersuit, es toda una declaración artística: culo. Sin eufemismos: Posca de espaldas desnudas al público con las manos en sus glúteos haciendo la mímica de su… culo. Algunos dirán que es un gesto trillado y hasta falto de gracia, pero deberían ver su eficacia escénica. En Alita de Posca, el unipersonal que terminó en noviembre después de tres años de salas llenas y entradas agotadas siempre con dos semanas de anticipación, la aparición de un culo es naif en comparación con las palabras de los personajes, incluso con las del culo que habla. "Ahora Culo canta un boogie con la armónica. Estuve practicando porque tiene que ser realista. Lástima que todavía no conseguí sacar el aire por el ojete. ¡Ja!" Ese es Posca. Es él y todos sus personajes. Algunos de ellos van a aparecer este verano de 2008 en su nuevo espectáculo, Los quiero muchísssimo. "Estoy seguro de que es lo mejor que hice. Si Alita estaba ahí arriba, éste va a despirocar a todos", afirma este actor de 41 años con un tono, digamos, acelerado. ¿De qué otro modo puede hablar un entusiasta que hace en simultáneo radio, televisión y teatro, practica varios deportes extremos (¡también parapente!), sale a correr a diario con su perro y es marido amoroso desde hace veinte años y un responsable padre de dos hijos? Acelerado es poco. Pareciera como si en su forma de hablar, en sus interpretaciones y en su vida, hubiera algo de la velocidad que lo tiene atrapado. "El cansancio físico me da poder de creatividad", teoriza con algo de autosuficiencia. Esta nota está en el medio de ese maratón diario de actividades: en una hora dirá que tiene que irse y lo hará a toda velocidad. "Yo creo que el día es largo si uno sabe aprovecharlo. O sea, con veinticuatro horas está bien. Pero la disciplina es fundamental. Y yo soy como Terminator, o sea, me quedo dos segundos quieto y arranco con todo como si nada. La gente que me conoce por ahí me dice que pare. Pero la gente que me ve no se entera de todo lo que hago en el día y no tiene por qué. Cuando uno entiende eso, deja la vida cada vez que sube al escenario." El afán de Posca por estar en varios lugares a la vez también lo llevó a ocupar diferentes esferas en su relación con el público.

Este año, por ejemplo, grababa de día las escenas de Ezequiel, un simpático carnicero sobrevenido en estrella de reggeatón en Son de Fierro, mientras que de noche en el teatro contaba las historias de Angelito, el abogado cocainómano que sólo entrena para poder seguir tomando y que llega diez horas tarde al cumpleaños de su madre. Sin hambre, por suerte.

Si en la tevé se muestra excéntrico y querible para las amas de casa, en el teatro es zarpado y cómplice del público joven. Las criaturas que salen de la mente de Posca "son marginales y deformes, de mundos nocturnos o turbios, pero que viven en sí mismos". La más recordada nace de su primer unipersonal, "el más light", El Perro que los parió, y lo enfrentó con el desafío de traducir su estilo a la tevé. El Perro pasó por la pantalla con menos de dos puntos de rating en De la cabeza y Del tomate para desembarcar en el absoluto éxito atp que fue Nico. Era 1991 y Repetto había salido cebado de verlo en el teatro, pero Gustavo Yankelevich le paró el carro. "Nico me preguntó preocupado: «¿Vas a poder hacer El Perro para la 1 de la tarde de Telefe?». Yo lo miré y le contesté: «No solamente voy a hacerlo: voy a mantener la esencia del personaje»." Lo hizo.

Favio Juan Manuel Posca nació en Mar del Plata en 1966. A los 8 años partió de su ciudad natal hacia La Falda, Córdoba, y allí creció hasta los 16. Llegó a ver los últimos momentos de Spinetta Jade en La Falda Rock y, de vuelta en Mar Del Plata, terminó con desgano la secundaria en el turno noche. "No quería pasar la vida sentado en un banco prestando atención. La vida tiene que ser un cago de risa. Creo que a la segunda clase de teatro me di cuenta de que quería hacer esto toda la vida y comencé a perfeccionar mi herramienta, que es mi cuerpo. Estudié danza, canto, acrobacia, de todo. Llegué a ser conocido en mi ciudad, salía en el Canal 8 y todo. Pero tenía un techo y por eso vine a Buenos Aires."

Llegó a la capital argentina junto con su novia psicoanalista, ahora esposa, María Luisa Callau. "Mi emperatriz", dice él. Con ella compone algunos de los personajes y textos de sus obras, y llevan una vida familiar en un barrio privado de San Isidro junto a sus dos hijos Manuela (13) y Rocco (8). A los 23 estaban juntos, y Favio se ocupó de quedar en el centro de las artes escénicas: estudió en el teatro San Martín y pasó por el Parakultural y el Centro Cultural Rojas. Desde ese momento, su currículum se robusteció en los 90 con papeles en el cine y más que nada en la televisión, aunque esté destinado de por vida a personajes humorísticos, excéntricos, que ganan protagonismo desde un rol secundario. "En la tele siempre fui un outsider –avisa con tono de denuncia– . En Son de Fierro, que es una tira familiar en horario central, hago un personaje humilde con un código social villero, que en esta sociedad está mal visto. Y me jugué a hacer alguien querible. Un personaje marginal, discriminado y teóricamente violento. Es genial para mí encontrarme después a un pibito en Nordelta jugando al tenis y que me diga «eh, loco, recatate, guacho». Ese fenómeno social esta buenísimo. Siento que pude mover unas fichas."

Si hablamos de outsiders, y de los que movieron fichas en la televisión argentina, aquel original De la cabeza tuvo al pelotón, al germen embrionario que muchos imputan a Cha cha cha: Fabio Alberti, Alfredo Casero, Mex Urtizberea, Diego Capusotto y Posca. El capricho no duró ( Del tomate, el sucesor, no pasó las cinco emisiones), pero la semilla de Cha cha cha ya estaba plantada. Esa clase de humor afín al rock sobrevive hoy en Peter Capusotto y sus videos. "Habla bien de eso que hayan quedado muchos. Tanto Fabio como Capusotto y el Gordo también tienen su estilo. Los respeto porque lo han desarrollado y el arte tiene que ver con pulirse. Tampoco puedo hablar mucho de lo que hacen porque no veo televisión. Ni me veo a mí." Posca hizo la suya fuera de la tevé y su contacto con el rock se mantuvo en el teatro (Babasónicos y El Otro Yo interpretaron sus músicas y letras en la banda de sonido del unipersonal Mamá está presa ), pero quedó sellado en su programa de radio. He perdido mi malla en la playa irá este verano por su décima edición anual en Rock & Pop Beach. En todo este tiempo, él estuvo siempre al borde de la fantasía de rockero.

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viernes, 18 de enero de 2008

El Babasónico de las notas graves

gabriel manelli

El Babasónico de las notas graves

Después de cuatro años de pelear contra un linfoma, murió Gabriel Manelli (2/9/1969–12/1/2008), el bajista y compositor cuyo alias en el seno de la escudería Babasónicos era Gabo. El NO le rinde homenaje recordando sus propias palabras –graves, mordaces, sensibles–, publicadas en el libro Arrogante rock, conversaciones con Babasónicos (Zona de Música), que acaba de aparecer en librerías y disquerías, escrito por Roque Casciero, periodista de la casa.

–Me encantaba jugar al fútbol en el barro: eso es lo que más recuerdo de mi infancia. Me gustaba jugar al fútbol, pero si había barro era lo más; volvía todo sucio. En la casa de mis padres, en Monte Grande. la misma en la que vivían mis abuelos, la calle era de tierra. Eramos de ahí, pero yo había nacido en el hospital del Barrio Uno de Ezeiza. En ese momento mis viejos tenían veinte y veintiún años; dos chicos. Al año y medio tuve una hermana, y otro hermano a los quince. Viví en esa casa hasta los veintipico porque era muy grande y tenía mi habitación, que había sido de mi bisabuelo y estaba en un costadito de la casa. A los doce años me mudé ahí: era como mi casita, tenía un baño al lado, podía entrar y salir con independencia. Vivía más con mis abuelos porque estaba más cerca de la cocina de ellos.

(...)


–¿Y cuándo agarraste un instrumento?

–Mi papá tenía una guitarra criolla, le gustaban Larralde y el folklore bien down. No sabía tocar mucho, pero en casa había una guitarra y entonces mi mamá me dijo: “Andá a estudiar guitarra”. Yo no quería saber nada. Me gustaba, pero no me interesaba estudiar. Al final fui dos veces a ver a una amiga de ella que enseñaba. Aprendí cuatro acordes, la canción “Un millón de amigos”, de Roberto Carlos, y no fui más. Lo único que me importaba era jugar a la pelota en el barro. Ah, otra cosa, mi abuelo compró un órgano Yamaha...

–Otra cosa típica de la época.

–Totalmente. Me gustaban los ritmitos, pero no le cazaba la onda. Iba a tener que estudiar y no quería. Mi abuela me enseñaba lo que era una octava y lo que se acordaba de lo que estudiaba su hermana. Entre eso y las dos clases de guitarra algún conocimiento incorporé. En realidad, prefería escuchar música a tocar. Hasta que en tercer año Gabriel Guerrisi me propuso hacer algo juntos.

–¿Estabas armando una banda sin tocar un instrumento?

–La idea era: “Minas no hay, de alguna forma hay que conseguirlas, así que armemos una banda”. El tocaba mejor que yo y en un momento se compró una guitarra eléctrica... ¡Un escándalo! Lo seguí y me compré una Faim. Eramos dos guitarristas más Riki, que era nuestro compinche y quería tocar la batería: siempre fue el más extrovertido, el más hinchapelotas. En esa época ya salíamos a bailar, éramos más bardo. Entonces el grupo se amplió y empezaron a aparecer personajes nuevos. Había uno que tenía un bajo pero no sabía tocar y le dije: “Che, prestame el bajo porque nosotros tenemos dos guitarras y si queremos hacer un tema algún día necesitamos un bajo”. Como Gabriel tocaba la guitarra mejor que yo, decidí pasarme al bajo. Entonces, en uno de esos “ensayos” que hacíamos en los que estábamos todo el tiempo haciendo puro quilombo empezó mi relación con el bajo. También era un Faim, una madera terciada insoportable: pesado, duro, no afinaba nunca... Pero empezamos a tratar de hacer temas y a tocar entre nosotros. Nos llamábamos Salto Al Vacío.

–Eran el germen de Los Brujos.

–Claro, porque por otro lado apareció un primo de Gabriel que tocaba la guitarra y tenía una banda. Era Fabio Rey, que tocaba con Quique Ilid y con Ale, futuros baterista y cantante de Los Brujos. La banda se llamaba Los Pastrelos, porque el apellido de Fabio es Pastrelo y no se les ocurrió peor cosa que ese nombre para el grupo. Ellos eran nuestro público. Eramos completamente darks: ¡conmigo en la banda no podía ser de otro modo! En mi adolescencia pensaba que el mundo era una mierda; era un descreído de todo.

–¿Por qué eras así?

–Me resultaba gracioso ser el que estaba en contra de todo. Después de haber jugado a la pelota en el barro, la única felicidad posible era tratar de pasarla bien: pelearme, plantear las cosas de una manera distinta. En la banda ninguno quería crecer y Riki era el más convencido de todo eso: pretendía ser un niño toda la vida. Yo me había dado cuenta de que las cosas ya no serían como antes y entonces me divertía ver el lado oscuro de todo.

–¿Cómo pasaron de tener dos bandas a una sola, Los Brujos?

–Lo decidimos en quinto año, en 1987, y al año siguiente ya habíamos grabado el primer demo. Para esa época, mi abuelo me compró un bajo.

–¿Qué bajo te compraste?

–Cometí uno de los peores errores de mi vida: fui a Daiam, en el centro, con varios amigos, y me bajaron un Fender Precision que me pareció muy bueno; al lado del Faim era una nave... Dimos una vuelta por ahí y en otra casa de música vimos un Ibanez todo rojo: ¡me volví loco! No entendía nada, por supuesto: ¿cómo iba a comparar un Precision con un Ibanez? Pero vi el Ibanez rojo y negro y dije: “Esto es buenísimo”. Costaban lo mismo y me compré ése. ¡Qué pelotudo! Cuando me di cuenta... Pero en ese momento estaba contento. Lo usé con Los Brujos durante muchos años. Pero cuando entré en Babasónicos ya entendía todo, lo mismo que los chicos: “No vas a venir a tocar con esa mierda”, me dijeron. “Ya sé, tengo que comprarme un bajo”. Al final me lo compró Tuñón en Los Angeles y es el que tengo hasta hoy.

–Volvamos al nacimiento de Los Brujos.

–Un día Gabriel nos dijo: “Hagamos una banda distinta, más divertida, entre todos”. Empezó a hacer temas que estaban buenísimos, a nuestros amigos les encantaban. Grabábamos demos con los grabadores durante noches enteras. Me volvía loco grabar, los cables y todo eso.

–Estabas construyendo.

–Claro. Mientras, estudiaba para maestro mayor de obras. Ya tenía planos, dibujaba, hacía proyectos. Lo importante era que habíamos conseguido algunas novias, que era por lo que habíamos empezado a tocar. Para esa época salíamos a ver a Soda Stereo y a Sumo; estaba bueno. En el industrial no pegábamos porque era heavy metal a fondo. Nosotros también teníamos nuestro costado heavy, pero habíamos descubierto cierta modernidad. La idea de Gabriel era que Los Brujos intentaran ir más allá. A mí me costó mucho entender qué quería y colaboraba, pero con mi mala onda... Hoy en día él todavía no puede creer lo hijo de puta que era yo... La cuestión fue que grabamos un demo que estaba muy bueno; algunos de esos temas entraron en el primer disco. Y después... ¡me autoexpulsé del grupo!

–¿Por qué?

–Ellos estaban tratando de llevar adelante una locura y yo les decía que no a todo.

–¿A qué cosas te negabas?

–Cuestionaba todo. Gabriel tocaba “Kanishka” y le decía: “Pero eso es una mierda, esa letra es una cagada, estás diciendo cualquier banana”.

(...)

–¿Cómo llegaste a Juana La Loca?

–Los Brujos todavía ensayaban en el living de la casa de Gabriel; un bardo, todos apretados. Había entrado Lee-Chi como bajista, pero no tenía bajo. No sé si él tocaba en El Otro Yo o en dónde, pero no tenía bajo y le dije que usara el mío. Iba a escucharlos y les decía que era todo una mierda. Un día estaba en un ensayo y llamó Rodrigo Martín preguntando por Gabriel: quería ver si conocía a algún bajista y justo contesté yo. Le dije: “No estoy tocando con ellos, voy yo”. Los conocía de haberlos visto en vivo. Corté y dije: “Lee-Chi, vas a tener que devolverme el bajo porque me voy a tocar con Juana”. “Hijo de puta, no, me cagás.” “¿Qué te voy a cagar? Es mío, dámelo.” Durante todo ese año que estuve con Juana, Lee-Chi tuvo que pedir bajos prestados; Juana tocaba más. Me acuerdo de haber ido a lugares a los que Los Brujos fueron después.

(...)

–De Los Brujos te autoechaste porque no sabías qué querías hacer. ¿Por qué te fuiste de Juana La Loca?

–Porque apareció Babasónicos.

lunes, 14 de enero de 2008

Murió Gabo Mannelli, ex-bajista de El Otro Yo

El pasado sábado, por la mañana, murió Gabriel “Gabo” Mannelli, bajista de Babasónicos, según informó el site oficial del grupo. El músico poseía linfoma de Hodgkin, una enfermedad que lo alejó de los escenarios luego de la presentación de Anoche en 2005 para dedicarse a su tratamiento, siendo reemplazado en su lugar por Carca. Tenía 38 años.

Gabo había comenzado su carrera musical como miembro de Los Brujos de Trasilvania (más conocidos después como Los Brujos), para luego ser parte de Juana La Loca (con quienes grabó el cassette Autoejecución, que fue editado por el sello de Daniel Melero Catálogo Incierto), Los Macarra (banda hardcore que no dejó registro alguno) y por último fundar Babasónicos con Adrián Dárgelos, Diego Tuñón, Diego Castellano, Mariano Roger y Diego Rodríguez. Grabó en todos los discos que editó la banda (los ocho oficiales más los tres piratas), y colaboró en Fin de semana salvaje, San Cipriano y Guerra de nervios de Los Brujos, en el disco solista de Alejandro Alaci (ex Brujo y actual Electrón), en el álbum de Luchi Camorra y en varios registros de Daniel Melero. También produjo al grupo Coco. Manneli participó del próximo álbum de Babasónicos, que miembros del grupo mezclarán en febrero en Londres junto con Phil Brown, quien ya colaboró con ellos en Anoche.

Al conocerse su enfermedad entre los periodistas especializados, se dio una suerte de silencio stampa tácito por parte de la prensa. Eso, sumado al tradicional hermetismo babasónico, hizo que Gabo afrontara su tratamiento con la tranquilidad de no ser delatado por los medios. Algo similar a lo que ocurrió en su momento con Federico Moura y su enfermedad.

Tuve la oportunidad de conocerlo a mediados de los 80, ya que fui compañero de colegio de su hermana Mariana, con quien me une una larga amistad. Gabo era un tipo reservado, que cuando te permitía entrar en su mundo tenía un humor finísimo. Más allá de como babasónico, lo recordaré de encargado de un paddle club en Monte Grande, tomando el “tren rockero” de la mañana junto con Ricky Rúa, Gabriel Guerrisi y Horacio Cabak en su breve paso por la FADU, diciéndome lo mucho que le había gustado Duran Duran cuando Babasónicos tocó antes que ellos en el Personal Fest o como el tío de Tobías y Trinidad, los adorables hijos de Mariana. Adiós Gabo, ya te estamos extrañando.

Por Pablo Strozza

martes, 8 de enero de 2008

Teatro Monumental 2001


Para bajar, click acá.

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viernes, 4 de enero de 2008

Fechas y suspensiones


lamentablemente se suspendio lo del sabado asi que amigos, ya organizaremos algo para ayudar a casa cuna, sin que nos pongan trabas municipales grrrrrrrrr.....


bueno amigos los esperamos en Chile y en la costa inaugurando el 2008!!!!

18 DE ENERO :SAN ANTONIO,CHILE
19 DE ENERO :VIÑA DEL MAR,CHILE
20 DE ENERO :SANTIAGO,CHILE


23 DE ENERO :SAN BERNARDO(JUNTO A CADENA PEREPETUA Y CARAJO!)

(gessel suspendido)

25 DE ENERO :MARDEL (JUNTO A CADENA PERPETUA Y CARAJO!)
(lugares a confirmar)


fotoPato (grabacion Fuera del tiempo)



feliz verano!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Fotolog Oficial El Otro Yo

jueves, 3 de enero de 2008

Especial en Rock&Pop TV


Rock & Pop TV emitirá un especial de cómo se grabó Fuera del Tiempo y la gira "Viaje de luz" que se realizó en el 2005 por México y otros países de Latinoamérica.

Horarios: Jueves 6.30 y 15.30

Canales
Multicanal: 72
Cablevisión: 72
Multicanal digital: 506
Cablevisión digital: 506
Antina: 45

El indie 2007


esclavos de nuestras palabras vii > el indie en su laberinto

“Santaolalla tendrá un Oscar, pero es un ladrón”

El nuevo rock argentino indie habla sin red (en este caso Peter de Los Alamos) y dice lo que piensa sin medir, ni importarle las consecuencias. Los tiempos están cambiando.


¿Resentimiento, clarividencia o incontinencia verbal? La frase que lanzó Peter, el cantante de Los Alamos, en un informe sobre nuevo indie argentino, es representativa de los claroscuros que vive la escena hoy. Orgullosamente divorciados del circuito masivo al que consideran “estancado” o repleto de “fórmulas para triunfar” (Marce Blanco de Doris y Chivas Agüero de Norma, en el mismo informe), la movida no se salva, tampoco, de sus propios clichés: bandas que predican su genialidad en el desierto (a pesar de contar con el amplio apoyo de la crítica especializada); obras maestras que termina reproduciendo el buen gusto de la época (y luego quedan viejas); rencillas pueriles entre bloggers y comentaristas anónimos que lo único que logran es desnudar aún más la miseria... Como en UPA! –la peli que ridiculiza las mezquindades y manierismos del Nuevo Cine Argentino– los indies del dos mil también parecen cargar con su cuota equivalente de autoparodia.

“Trabajé de telemarketer y me echaron a la semana, pinté casas y me decían que lo hacían mal, soy periodista y nunca nadie me pidió una nota... En el rock argentino, salvo que seas el hijo de alguien o tengas sello, tenés que laburar de otra cosa”, tiraba la posta Billordo –la quintaesencia del indie argentino que asume su subdesarrollo y se promociona a puro fotolog y youtube– en otro informe que ahondó en la doble vida de muchos indies de acá: referentes del under a la noche y modelos publicitarios de día. “¡Soy la Pancha Dotto de la música!”, reconocía Laura Ciuffo, cantante y compositora de Hamacas al Río. E insistía en la tesis: “Para hacer música independiente tenés que tener padres con guita o te la tenés que rebuscar”. El panorama no pinta mejor este año: además de la consabida falta de lugares para tocar, se suma ahora la duda sobre la continuidad de los ciclos del Gobierno de la Ciudad (Estudio Abierto, Lo Nuevo San Martín, ciclo Parque Centenario, Planetario, etc.), verdaderos bastiones de la difusión indie.

Pero no todo es bajón para la escena. De hecho, las buenas noticias son muchas. Ahí están Juan Stewart y Manza Esaín, viejos batalladores de los ‘90, que a demás de sacar dos muy buenos discos (Oui! y Folk, respectivamente) se han ido convirtiendo en verdaderos parteros de la movida: casi no hay banda o artista indie que no haya pasado por sus manos a la hora de legar la producción de un disco. Ahí está el sitio Zonaindie, ejemplo de diversidad y rigor en la información, además de generosidad para difundir propuestas más allá de amiguismos. Y ahí están las gratas sorpresas de Juanito El Cantor y las Kumbia Queers (ambos festejados con bastante antelación por el NO), más la confirmación de Gabo Ferro con Mañana No Debe Seguir Siendo Esto (¡el tercer disco en tres años!). Sin olvidarse, claro está, de los veteranos dentro de la movida; los que resisten pese a todo, y no defraudan: el gran salto de Massacre con El Mamut (disco del año en la encuesta del NO), la sensibilidad sinuosa de Bochatón (cada vez más libre y contagiosamente feliz en Tic-Tac). Y, por supuesto, El Otro Yo, que sacó Fuera del Tiempo, un disco impecable (y van...), y que cada año que pasa, envejece mejor. Así da gusto.

Por Juan Manuel Strassburger para Suplemento No de Página 12