Fernando Etchegoyen tenía (casi) todo calculado para llegar al escenario y cumplir su sueño; mirá la entrevista y conocelo
De cómo obtener unos tres minutos de gloria y estar en boca de todos por otros tres más; o de cómo cumplir el sueño de tu vida y ser a un mismo tiempo admirado y envidiado por miles y miles de personas: a veces (o siempre...), el mecanismo de la fama funciona de maneras misteriosas. Pregúntenle, si no, a Fernando Etchegoyen, el pibito rubio que subió al escenario a cantar "Longview" con Green Day en la fecha más importante del Pepsi Music 2010, y se quedó literalmente en pelotas ante más de 35 mil fanáticos.
Que Fernando estuviera en ese momento y en ese lugar no fue obra del azar, la historia de su vida sumada a un preciso trabajo de calculación, lo llevaron a lograr lo que siempre quiso lograr: cantar con su ídolo. Es de Temperley, tiene 19 pero escucha Green Day desde los 4, gracias a sus hermanos mayores con quienes en 2000 formó una banda, Euforia. Con un sonido pop-punk bien definido por su principal influencia, Euforia tiene dos discos editados, el tercero en camino producido por Ray Fajardo, es llevada adelante por Gabriel Kaufmann, manager de El Otro Yo, y ya compartió fechas con la banda de los hermanos Aldana, Massacre, NOFX y Millencolin. Por eso todos se sorprendieron cuando notaron que este pibito, contrariamente a la chica que subió antes que él (y se llevó la guitarra de Billie Joe: chequear este grupo de Facebook), no desafinaba. En 1998, cuando Green Day llegó por primera vez al país, Fernando tenía siete añitos: sus hermanos estuvieron en el Parque Sarmiento pero él se quedó con las ganas hasta que, doce años después, se enteró de que el destino le regalaba una segunda oportunidad. Ya había visto todos los videos en YouTube, se conocía la lista de temas y sabía que en "Longview" el cantante hacía subir a dos personas del público por última vez en tres horas de show; en los días previos, para llamar la atención, se tiñó de rubio. Y antes de su momento, midió la reacción de los patovas: hizo mosh, cayó del otro lado de la valla varias veces y se hizo pasar por el novio de una chica desmayada. Llegó en el instante justo. Mientras luchaba contra los gigantescos encargados de seguridad que intentaban impedirle el avance, Billie Joe lo miró y lo llamó.
El resto forma parte de la memoria colectiva. 70 mil ojos lo vieron subir, llamar a sus hermanos, chivear la página de su banda, cantar, moverse sobre el escenario como si fuera suyo y duplicar la apuesta de Armstrong cuando este lo dejó en calzones y mostrar todo sin ningún pudor: "No me importó nada en ese momento, ya había cantado con Green Day; aunque claro que no sabía que la cámara me estaba enfocando de costado." Hay cosas que no se pueden controlar...
Por Yamila Trautman - Foto de Guadalupe Aizaga
Nota completa
Que Fernando estuviera en ese momento y en ese lugar no fue obra del azar, la historia de su vida sumada a un preciso trabajo de calculación, lo llevaron a lograr lo que siempre quiso lograr: cantar con su ídolo. Es de Temperley, tiene 19 pero escucha Green Day desde los 4, gracias a sus hermanos mayores con quienes en 2000 formó una banda, Euforia. Con un sonido pop-punk bien definido por su principal influencia, Euforia tiene dos discos editados, el tercero en camino producido por Ray Fajardo, es llevada adelante por Gabriel Kaufmann, manager de El Otro Yo, y ya compartió fechas con la banda de los hermanos Aldana, Massacre, NOFX y Millencolin. Por eso todos se sorprendieron cuando notaron que este pibito, contrariamente a la chica que subió antes que él (y se llevó la guitarra de Billie Joe: chequear este grupo de Facebook), no desafinaba. En 1998, cuando Green Day llegó por primera vez al país, Fernando tenía siete añitos: sus hermanos estuvieron en el Parque Sarmiento pero él se quedó con las ganas hasta que, doce años después, se enteró de que el destino le regalaba una segunda oportunidad. Ya había visto todos los videos en YouTube, se conocía la lista de temas y sabía que en "Longview" el cantante hacía subir a dos personas del público por última vez en tres horas de show; en los días previos, para llamar la atención, se tiñó de rubio. Y antes de su momento, midió la reacción de los patovas: hizo mosh, cayó del otro lado de la valla varias veces y se hizo pasar por el novio de una chica desmayada. Llegó en el instante justo. Mientras luchaba contra los gigantescos encargados de seguridad que intentaban impedirle el avance, Billie Joe lo miró y lo llamó.
El resto forma parte de la memoria colectiva. 70 mil ojos lo vieron subir, llamar a sus hermanos, chivear la página de su banda, cantar, moverse sobre el escenario como si fuera suyo y duplicar la apuesta de Armstrong cuando este lo dejó en calzones y mostrar todo sin ningún pudor: "No me importó nada en ese momento, ya había cantado con Green Day; aunque claro que no sabía que la cámara me estaba enfocando de costado." Hay cosas que no se pueden controlar...
Por Yamila Trautman - Foto de Guadalupe Aizaga
Nota completa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario