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jueves, 3 de julio de 2008

¿Ayer nomás?

El líder de El Otro Yo, que mañana toca en Córdoba, revisa los 20 años del grupo, en los cuales la década de 1990 fue fundamental.

La década de 1990 está a la vuelta de la esquina y, al mismo tiempo, quedó muy lejos. Como sea, es una época con mala prensa. Es que en ella se vivió la superficialidad consumista que arrastró el uno a uno; y en su desarrollo, los jóvenes fueron estereotipados, a partir del libro Generación X , como apáticos, teleadictos. Como agentes incapaces de hacer una revolución cultural. ¿Fue realmente así?

El Otro Yo, capitaneado desde hace 20 años por los hermanos Christian y María Fernanda Aldana, estuvo en el medio de ese maremoto. Por más que vivió el fin de los ’80 y los primeros años del nuevo siglo, EOY es una banda de los ’90, qué duda cabe. Y Christian está en la sede integral del diario para corroborarlo. “Para mí fue una época muy excitante. Hay chicos jóvenes que se lamentan no haber nacido en la época de Cemento. O que me preguntan ‘¿Por qué Los Brujos no existen más? ¿Y qué pasó con Peligrosos Gorriones? ¿Y cómo sonaba TTM con Fidel?’ Me gustaban mis colegas. Siento orgullo de haber caído en esa época y desde el Sur que, en su momento, fue sónico”.

–¿Se volvió una obsesión trascender esa escena?

–Cuando sos joven no querés que te señalen como nada. Ni sónico, ni alternativo, ni nada. Sólo decíamos que éramos El Otro Yo. La idea era rebelarse contra las etiquetas. No nos pasaba a nosotros solos. Por entonces había explotado Nirvana y la movida de Seattle, todavía resonaba la movida de Manchester... Martes Menta y Babasónicos tenían eso. Juana La Loca también. Nosotros escuchábamos de todo. Elegimos mezclar y fluir. Veníamos de The Cure y Joy División, pero luego se transformó en pop punk.

–¿No temés quedar como un nostálgico, a veces?

–Si sentís que lo de antes es mejor que lo de ahora, es porque te aburguesaste. Hay muchas cosas para disfrutar. Estamos en un momento de recambio. Y no sólo tiene que ver con encontrar a un nuevo espíritu adolescente. El momento de la industria musical es alucinante. El CD está viviendo sus últimos momentos, parece que Internet y los celulares van a tomar el lugar de las compañías. Es un momento para disfrutar.

–¿Razones?

–Es un momento anárquico. Todo puede pasar. Los pibes lo deben vivir de un modo más excitante que nosotros los ’90, sentándose a la PC y escuchando bandas que ni vos ni yo conocemos. Ni siquiera se la bajan. Escuchan y punto. Puro tiempo real.

–¿Cómo permanecer en ese contexto de cara al futuro?

–Intuimos que la cosa pasa por mantener la página oficial y ponerle onda a los MySpace, Fotolog, Pure Volumen, Facebook, a los nuevos canales nuevos de difusión. Los sellos van a comprar esos espacios, que hoy son propiedad de los grupos.

–¿Te recriminan tus congéneres que hagas música para adolescentes?

–No apuntamos al sexo, ni a la edad, ni al color. Hacemos música y la disparamos. Los jóvenes están más desprejuiciados, menos contaminados para poder entender una propuesta como la nuestra, que siempre es nueva. Ellos están en plena búsqueda, así como nosotros en relación al espíritu. Hay conexión.

Germán Arrascaeta

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